Allá, por los lugares lejanos del bosque...vivió un hada que amaba con los codos, con la voz...con el alma.
Entre duendes y luciérnagas pasaba la vida esperando verle de nuevo, a aquel pirata que un día le robo la mirada.
La música que venia del mar, le recordaba aquella noche de estrellas, cuando le vio sentado frente a ella con un aspecto de olvidado, que no pudo resistir y se mostró ante él, solo para saber que no podría vivir más sin esos ojos de miel.
Le tomó entre sus manos esa carita, y se vio reflejada en sus ojos, y pudo ver a través de ellos que su alma era pura, que tenia mucho amor que ofrecer, y que también tenia heridas que ella podía sanar.
Sintió el corazón salírsele del pecho al probar de su boca miel...pensó que tal vez el podría amarle como lo que es.
Pasaron mil noches en ese bosque de las hojas eternas...donde solo amor se respiraba, donde la música del corazón se escuchaba.
Lo miro sentado en el claro del bosque y supo que era hora de partir...que aquel corazón lleno de fulgores no podría más resistir.
Ella sintió desvanecerse pero le dijo esa última vez...aunque mañana ya no recuerdes ni quien soy...cruzaré los mares lejanos, pero en tus ojos me tengo que ver...
El corazón dejo de latirle, y la música no se escuchó más, pero en los bosques se dice que ella jamás lo dejará de amar.