Voy a hacer un alto importante entre todas las cosas que no he hecho (y las pocas que sí he hecho, más o menos superficialmente).
La idea es, en realidad, poner en perspectiva este momento de mi vida, que es también un punto de inflexión importante desde varios puntos de vista, algunos más esotéricos que otros. Partiendo por el hecho de que se cierra un ciclo de 12 años, típico de la astrología oriental: en algún momento, entre enero y febrero (no sé la fecha), empieza un nuevo año del Búfalo. La astrología china es chori en ese sentido porque todo -efectivamente, todo- parece ajustarse a ese patrón de sucesos que, con variaciones, dura doce años. Al menos en mi caso, si me pongo a buscar qué cosas ocurrieron hace doce años encuentro varias que marcaron cambios profundos, golpes de timón o simplemente hechos notables, recordables; cosas que pasaron, y que se quedaron en la memoria, para bien o para mal.
Naturalmente no tengo la más peregrina idea acerca de lo que aguardan los próximos doce años. Pero soy una chavala optimista y creo que la sumatoria volverá a ser positiva. Lo ha sido ahora, y quizás es una ley de la existencia (el undécimo mandamiento escondido): así como la entropía del universo aumenta irreversiblemente, también aumenta el grado de "plenitud". Pongámoslo en un contexto espiritual, si se me permite la expresión. O mejor: en un contexto de "crecimiento", el camino hacia el Nirvana, como quieran llamarlo. Y sí, ya sé que aún me falta tiempo para sacar una conclusión acerca de la vida, pero "la evidencia disponible indica que…". (utilizando la ciencia).
Me voy a descolgar de lo anterior para hablar justamente de las cosas no tan buenas. Una breve disgresión. Se me ocurre inevitable pensar, al principio, que las cosas como las mierdas" que le pasan a una, exigen una pregunta del estilo "¿por qué a mí?". No quiero generalizar ni totalitarizar con mi argumento. Pero el asunto es así: uno se pregunta por qué contrarepucha le pasan esas cosas feas.
Parece que la palabra crecer sintetiza toda esta palabrería. Y vuelvo al tema de las varas raras que me suceden. Hay un "protocolo" que seguir: me explico, debo esperar cierto resultado, y para verificarlo debo seguir una serie de pasos. De ellos hay varios dados, y otros están a la vuelta del año nuevo.
Pero cada pequeño trámite (a escala geológica) se compone de una contracción del estómago, de un nerviosismo y de una cuota importante tanto de duda como de confianza. Y de cierta reserva, naturalmente. No he dicho humildad. De alguna manera me parece que esa humildad que la gente exige y espera no existe. La humildad radica en ser honesto con una misma, y basta. La imagen se proyecta sola en una sonrisa, en las cosas que una hace o deja de hacer.
Tengo la idea medio esquizofrénica de haber cambiado mucho y no haber cambiado mucho. Supongo que las dos cosas son válidas, que las dos son soluciones reales de esta ecuación. O sea, soy la misma chavala de siempre, mi sentido del humor es exactamente el mismo (para ventura y desgracia de varios), mi tendencia a no dejar de hablar jamás es la misma, mi indecisión es la misma, mi número de zapato es el mismo, mi voz de pito es la misma, mi infinita ingenuidad es la misma. Pero hay detalles (el pelo, la ceja derecha arriba, que no logro emparejar con la izquierda por causa de una cicatriz, los resultados del laboratorio, la experiencia y el corazón, sobre todo, el corazón, repito: sobre todo, el corazón) que no son idénticos, que sí han cambiado y que -creo- reflejan un color distinto alrededor de la pupila. Escucho más y escucho menos a la vez. He conseguido centrar mi vida alrededor de mí misma, he encontrado un punto focal. He madurado algunos de mis talentos. Confío más en lo que soy, a pesar de mí misma.
Es decir, he llegado a la asombrosa conclusión que llega todo el mundo en algún momento de la vida: yo soy mi propio fantasma, yo misma le tapo el sol a mi sombra.
Así que de eso se trata esta cuestión. De darse cuenta.
Si tuviera que desear la paz mundial, desearía autoconciencia. Desearía espejos, desearía que todos tuvieran la oportunidad de leerse la propia corriente de conciencia, de analizarla, de decir "hmm, acá hay algo raro", "esto no me gusta, esto no está bien", o -mejor aún- de decir "¡excelente!".
Fomentar una expresión comedida de narcisismo intelectual me parece que solucionaría problemas a escala mundial, desde la guerra en Gaza hasta el calentamiento global, pasando (obviamente) por el cierre de las automotrices norteamericanas, la crisis económica y la escasez de zapatos de talla superior a 44. Bastaría saber quién es uno, qué micro le sirve. Así sería INFINITAMENTE SENCILLO ponerse en el lugar del otro. Darse cuenta. Mirar al lado. Darse cuenta.
En fin, esto no tiene ninguna línea argumental clara, ya lo habrán visto. No me interesa. Me late la cuchara con normalidad, a diferencia de cuando empecé, y quizás haya más cosas que decir en otro momento, quizás en otro momento vuelva a sentir la opresión en el pecho, la necesidad. En el fondo esto es como ir a ver una (buena) película, pero al revés: se entra con cierta constricción espiritual, se sale en estado de calma. ¿Ven cómo la comparación no tiene, realmente, ninguna relevancia? Saquen conclusiones de lo que les parezca adecuado. Dénse cuenta.
Lo que sí importa es que se cierra este supuesto período. Se marca una conclusión, un punto y aparte en el diario. Se cierra bien esta cortina, porque no puede ser de otra manera. Y no es que haya estado escrito, o que exista una predeterminación de las cosas: es que me creí un cuento desde pequeña, y acabo de dar vuelta la última página. Porque aprendí a leer, ahora la vida me deja escribir en las páginas vacías. Me gané el derecho de hacerlo.
En fin. Felicidades a todos, gracias por querer leerme. Y que le recontravuelen la vida al 2009, y a todos los que vendrán.
miércoles, 31 de diciembre de 2008
Ayer
De hace ya tiempo que me viene atacando esporádicamente una cierta necesidad de olvidarme de escribir y de hablar las cosas conmigo (y por ende, con ustedes). Es que se me olvidan las cosas y después digo: puta no apunté esto; a los cinco minutos la misma historia, y así foreveranever.
Por ello, he decidido fotografiar con palabras el día de ayer (debo confesar que tuve que cambiar la palabra hoy por ayer, porque por más que quise postear anoche mismo, no pude, me llegó el último grupo de “cuidadoras” algo alboroteras que no me dejaron hacer nada, que no fuera compartido con ellas.
Pero bueno… les cuento:
Resulta que desde hace días este cuerpo mío está en completa rebeldía con mi alma y proyecto de vida y se ganó una partida y nos agarró a todos y nos tiró en la cama.
Mis hijas Monse, Lucy y Mariangel se dedicaron por días a ayudarme a salirle por adelante al tafyl, al tyles y principalmente al tefanyl, así como a un bendito catéter, amén de a mis quejas, desganos y majaderías.
Pues bien, las chicas son bien jóvenes y normalitas (24, 19 y 14 según orden dado en párrafo anterior) y desean seguir sus vidas y sus días de fin de año según lo han acostumbrado desde hace algunos años… y empezaron a hablar de playa, piscina, paseo. Gracias a Dios que en medio de mis “viajes”, pude escucharlas y sobre todo entenderlas y empecé la búsqueda de “cuidadores”… para que se fueran un par de días a la playa… no costó nada, ahí estaba Ale y Tita en el “masinger” y casi, casi los obligué. Hice 3 horarios: de 9-12m , 12-5 y de 6 a hoy.
Ale y Tita (ella al final se resfrió y no pudo) en el primer horario, William/ Vero (son novios) y Miguel (el gordillo) en el segundo y por último mi hermana y mis dos sobrinas.
Fue el día más divertido. Valió la pena la rebeldía de mi cuerpo (Gracias Cuerpo!!!)
El Sol espectacular, los colibríes, el viento, la aspersión que desde el cielo se abría al pasar de alguna nube, la buena música de Sabina, Jarabe de Palo y la Mercedes que le dio por repetir y repetir como si estuviera “rayado” el acetato… y desde luego que Ale disfrutando de los gaipiriñas y yo de mi V8, muchas frutas y agua tibia.
Fue genial… llegué a la conclusión que todos deberíamos de cuidarnos unos a los otros de cuando en cuando.
Los relevos fueron fenomenales, porque se cruzaban las personalidades, todo bien sintonizado como cuando se hacen esos cambios perfectos orquestales, suave, rítmico y acompazado.
Hoy vuelven las chicas. Me he quedado conmigo misma desde hace hora y media, con el dulce recuerdo de día de ayer, repasando lo afortunada que soy, y con el gusto de saber que hay tanta gente que me quiere a pesar de mi…
Que delicia es vivir, que sabroso es compartir los trozos de oxigenada vida que se nos dá en este camino.
Agradecer sería retórica, y la palabreja se queda bien cortita con el sentimiento que quiero expresar.
Todos los que me cuidaron me vieron la alegría… y los que no, espero que esta pincelada les ayude a saborear la dulzura y el color intenso del amor hecho amistad.
Por ello, he decidido fotografiar con palabras el día de ayer (debo confesar que tuve que cambiar la palabra hoy por ayer, porque por más que quise postear anoche mismo, no pude, me llegó el último grupo de “cuidadoras” algo alboroteras que no me dejaron hacer nada, que no fuera compartido con ellas.
Pero bueno… les cuento:
Resulta que desde hace días este cuerpo mío está en completa rebeldía con mi alma y proyecto de vida y se ganó una partida y nos agarró a todos y nos tiró en la cama.
Mis hijas Monse, Lucy y Mariangel se dedicaron por días a ayudarme a salirle por adelante al tafyl, al tyles y principalmente al tefanyl, así como a un bendito catéter, amén de a mis quejas, desganos y majaderías.
Pues bien, las chicas son bien jóvenes y normalitas (24, 19 y 14 según orden dado en párrafo anterior) y desean seguir sus vidas y sus días de fin de año según lo han acostumbrado desde hace algunos años… y empezaron a hablar de playa, piscina, paseo. Gracias a Dios que en medio de mis “viajes”, pude escucharlas y sobre todo entenderlas y empecé la búsqueda de “cuidadores”… para que se fueran un par de días a la playa… no costó nada, ahí estaba Ale y Tita en el “masinger” y casi, casi los obligué. Hice 3 horarios: de 9-12m , 12-5 y de 6 a hoy.
Ale y Tita (ella al final se resfrió y no pudo) en el primer horario, William/ Vero (son novios) y Miguel (el gordillo) en el segundo y por último mi hermana y mis dos sobrinas.
Fue el día más divertido. Valió la pena la rebeldía de mi cuerpo (Gracias Cuerpo!!!)
El Sol espectacular, los colibríes, el viento, la aspersión que desde el cielo se abría al pasar de alguna nube, la buena música de Sabina, Jarabe de Palo y la Mercedes que le dio por repetir y repetir como si estuviera “rayado” el acetato… y desde luego que Ale disfrutando de los gaipiriñas y yo de mi V8, muchas frutas y agua tibia.
Fue genial… llegué a la conclusión que todos deberíamos de cuidarnos unos a los otros de cuando en cuando.
Los relevos fueron fenomenales, porque se cruzaban las personalidades, todo bien sintonizado como cuando se hacen esos cambios perfectos orquestales, suave, rítmico y acompazado.
Hoy vuelven las chicas. Me he quedado conmigo misma desde hace hora y media, con el dulce recuerdo de día de ayer, repasando lo afortunada que soy, y con el gusto de saber que hay tanta gente que me quiere a pesar de mi…
Que delicia es vivir, que sabroso es compartir los trozos de oxigenada vida que se nos dá en este camino.
Agradecer sería retórica, y la palabreja se queda bien cortita con el sentimiento que quiero expresar.
Todos los que me cuidaron me vieron la alegría… y los que no, espero que esta pincelada les ayude a saborear la dulzura y el color intenso del amor hecho amistad.
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