jueves, 22 de enero de 2009

A mis años...

Suena un poco extraño de decir y creo aún más de leer, pero esta es la impresión de alguien que está próxima a un evento difícil de vivir, evento del que ustedes, a los cuales les escribo, tienen conocimiento...

A mis años no me considero ni vieja ni joven, sino en un punto intermedio, pero habrá quien me tilde de exagerada al decir que el tiempo me ha devorado demasiado pronto por vivir tan deprisa. Creo haber vivido de las cosas más importantes que una deba a lo largo de una vida "plena", he podido experimentar: Odio, olvido, llanto, tristeza, amor, melancolía, soledad, esperanza, sorpresa, añoranza, alegría, crecimiento, desarrollo, felicidad, etc, etc, etc. Los he conocido de cerca, los he olvidado, los he vivido y acumulado, algunos más que otros.

He escrito, dibujado, esculpido, trabajado, comido, visto, cocinado y escuchado un poco al menos de casi todo, aunque me he quedado con ganas de muchas cosas. He tenido hijas, sembrado decenas de árboles, leído cientos de libros y mirado una misma cantidad de películas y programas interesantes. He conducido, nadado, volado, escalado y descendido, corrido, dormido, soñado y trabajado lo suficiente para los años que he vivido, porque en ello me he divertido también.

No he perdido creo, mucho de mi tiempo con los hombres y mujeres, acaso eso me ha faltado, integrarme un poco más con ellos a modo de compañeros, y sobre todo amigos, de los cuales definitiva y ciertamente no he tenido muchos si descontamos a las mascotas. Hombres (machos) en mi vida me han acompañado por breves instantes siempre pareciera, pero ninguno me acompaña en mi lecho.

Ojalá mi vida se prolongue un poco más, hasta el momento en que pueda ver a mis hijas tener los propios, y un buen día ellos me llamen abuela... Me gustaría ver a la próxima generación y admirar los nuevos vehículos, las nuevas vías de comunicación, los avances científicos, el contacto inter estelar, el descubrimiento público fiable de que no estamos solos en el universo, el fin de la contaminación del planeta, la sustitución del petróleo por energías alternativas, los robots en casa, viviendo entre nosotros, la primera mujer gobernando el país…

No me quiero marchar, pero no tengo miedo. Es sólo que dan ganas de seguir despertando por las mañanas, de tener dolores de espalda, hambre o frío si sabe una que se le va a quitar, tengo ganas de seguir riendo, abrazar más a menudo y visitar a esas personas de las cuales me he alejado un poco.