viernes, 9 de enero de 2009
Palabras... palabras!!!
Me alimento de palabras gruesas cuando mi espíritu famélico necesita vigor, límpidas y frescas, como lágrimas de un arrepentido, cuando en pleno silencio renacen en mi memoria antiguos espejos que arroban ensueños, a veces los vocablos no son necesarios, entonces me alimento de sonidos, trinos de aves, rumor de hojas alborotadas, crepitar de huellas en senderos ignorados, necesito palabras delirantes cuando el filo de una jornada decrépita me invita al desasosiego, reviso el menú en que, en hileras, se ofrecen sonetos y plegarias, discursos y anatemas, poemas y susurros, palabras caricias, vocablos caramelos que me despeñan por los abismos de una grata sobrealimentación. A menudo callo para verlas ondular sobre mis ojos y luego proyectarse furiosas hacia mi oído o entendimiento, las digiero y multiplico, las trozo, las desmenuzo, muchas parecen ser irrecuperables. Mas, de nuevo, se despliegan ante mis ojos perplejos con la impecable factura de un milagro cotidiano, frases, proclamas, insultos o murmullos, palabras, palabras...
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