sábado, 8 de noviembre de 2008
AHORA QUE SOY NIÑA, JUEGO A SER GRANDE...
Un "pariente" muy querido quiere ser, cuando crezca, trabajador de EPA... yo cuando sea grande, quiero ser como soy de niña... Ojalá tenga ese gusto, y principalmente quiero no olvidar todo lo que vivo... y para no olvidar, mejor les cuento uno de mis juegos:
Y es que -A pesar de ser mujer- me gusta jugar con “juguetes de hombre”. Comparto esos juegos con mi hermano Al del cual soy inseparable. Uno de esos juegos es a los soldaditos. He alcanzado el grado de Capitán General o Mariscal de Campo –Al es el encargado de poner los títulos– de un impresionante ejército. En él se daban cita divisiones enteras de marines con sus tanques y demás fuerzas especiales de paracaidistas, el séptimo de caballería, el mismísimo Jerónimo, Napoleón y sus franceses, gladiadores romanos… Y hasta Atila llega a pasearse de mi mano por un terrible campo de batalla cuajado de heridos y caídos, en una guerra que desde luego nunca es sangrienta –no veo nunca sangre en el uniforme de mis guerreros-.
Una de las mayores hazañas conseguidas por un grupo reducido de mis huestes y alguno que otro mercenario turco (los malos siempre pertenecen a las fuerzas de mi hermano) está siendo la toma del segundo escalón de la escalera de acceso a mi casa. Estas son palabras mayores. Casi pierdo el brazo derecho por el estallido de una granada y un disparo traicionero de un oficial de la fuerza alemana que me traspasó el abdomen, afortunadamente puedo contarlo y aún tengo fuerzas, a pesar de mis graves heridas, dirijo la operación con una precisión que ya hubiese querido para sí el Emperador Carlo Magno. De ciento cincuenta “hombres” que empezamos el asalto sólo conseguimos llegar hasta el final dieciocho. Ha sido terrible esta batalla.
Ha ocurrido una de las escaramuzas más reseñables de la historia, esta ocurrió en la emboscada que nos hicieron en un desfiladero formado por dos cajas de zapatos, una olla vieja y una Enciclopedia de Oro, juro que pude ver a la muerte cara a cara. Un espía enemigo está realizado un completo informe sobre todos nuestros movimientos e itinerarios. Y como es fácil deducir nos están esperando como hienas hambrientas de victoria... pero algo ocurre y el plan que tenían y que aparentaba ser invencible... no le funcionó y mi pequeño ejército ha vencido una vez más y llega la Víctoria!!!
Les he narrado toda la batalla de la cual tienen culpa mi madre y mi hermano. Mamá, porque es quien compra todo el ejército necesario: soldados de plomo!! y además nos facilita a Al y a mi todo el campo de batalla y desde luego a Al, porque además de que invierte lo que gana con la venta de periódicos en la carnicería de Nino, en la compra de algunos implementos necesarios en cada batalla, también se convierte en mi más grande "enemigo", aquel, al cual debo vencer y doblegar a cambio de una gelatina de nance. Ese postre que solo él sabe cocinar y que me encanta. Y así, él que también adora comerce una buena gelatina preparada con los naces caídos en el parque... se deja ganar de cuando en cuando... porque los dos sabemos que de no ser así... a mi me tienen prohíbido levantar los brazos hasta llegar, a la altura de las ollas de la cocina.
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7 comentarios:
Realmente extraordinario! tienes una sabiduria inocencia, filosofía que trato de seguir, maravillosa por demás.
Saludos a deshora.
wow... muy bueno de verdad, lo tuve que releer para llegarle! jjejeje
creo que es por la hora XD jajaja
Un abrazooo!
Ups!!! gracias. Qué más puedo pedirle como pseudoescritora a la vida... si no son los aplausos que recibo con sus comentarios.
como dice sin decir!
Me encanto... una forma diferente de decir lo que se es y loq se debe consevar y no se puede perder...
Saludos
gelatina de nance como victoria.
una niña jugando a la guerra.
pero con mucha imaginacion :)
buscare en internet que es gelatina de nance
Ale: Es parte del juego de anoche. Solo una forma de acomodar las palabras en forma diferente... pero igual.
Andrés: Ojalá nunca perdamos lo que somos en escencia.
Tapi: Gelatina de nace es de esas delicias que solo en el seno de la familia se conocen. Resulta que crecí en un pueblo rural al sur del país. Nuestra casita estaba situada frente al parque del pueblo, más bien, el jardín de nuestra casa era el parque (eramos muy afortunados mis hermanos y yo). Y ahí, a pocos metros estaba un frondoso árbol de naces. De esos pequeños y ácidos. Cuando era invierno caían todos los maduros con mucha facilidad, esto era todo un festín, mi hermano y yo corriamos con un frasco a recogerlos... así iniciaba la rica receta, la cual es sumamente fácil. Tomabamos los frutos y los estripabamos (no teniamos licuadora), se hacía un rico fresquito y se ponía en una ollita al fuego, por aparte dsaciamos fécula de maíz (maicena) y cuando el fresquito de nance con ázucar estaba hirviendo le agregabamos la fécula... y así calientito... nos comiamos en taza y con cuchara la gelatina (que ahora reconozco que más que gelatina era un atolito)...
Para mis hermanos y para mi... es un manjar. Y solo para nosotros... resulta que cuando mis hijas crecieron un día encontré los naces y les ofrecí el majar... yo muy contenta casi extasiada les serví del "majar"... y... horror!!! a ninguna le gustó, por más historia y cuento y buenos recuerdos... no pude transmitirles el gusto por la gelatina de nance... ese día comprendí que las historias se cuentan, pero no se transmiten las vivencias.
Si mis hermanos leen este post, estoy segura que sentirán el mismo placer que siento yo al recordar el humito saliendo con el aroma del nance.
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